Desde mejorar el ánimo hasta reducir los niveles de estrés, el ejercicio físico se está consolidando como una estrategia clave para mantener la salud mental
Los beneficios del ejercicio para la salud física son conocidos. Sin embargo, se ha comenzado a destacar su impacto positivo en la salud mental. Diversos estudios han mostrado consistentemente que la actividad física no solo mejora el estado de ánimo y la autoestima, sino que también contribuye a una mejor calidad de sueño, mayor energía y una reducción significativa en los niveles de ansiedad y estrés.
Ahora bien, en los últimos años, investigaciones han revelado que el ejercicio tiene un efecto mucho más profundo: puede protegernos contra el desarrollo de trastornos mentales como la depresión y, en algunos casos, incluso ser una posible solución terapéutica.
En este sentido, dos estudios recientes proponen que el ejercicio debería ser considerado como un tratamiento primordial en salud mental, recomendando incluso que los profesionales de la salud lo “prescriban” como una alternativa viable.
Uno de los estudios, publicado el año pasado en el British Journal of Sports Medicine, concluyó que la actividad física tiene un impacto “altamente beneficioso” para aliviar síntomas de depresión, ansiedad y angustia psicológica. Un segundo estudio, publicado en el British Medical Journal fue aún más allá, sugiriendo que ejercicios como caminar, correr, practicar yoga o realizar entrenamiento de fuerza pueden ser tan efectivos como la psicoterapia y los antidepresivos.
A pesar de estos resultados, los expertos advierten contra la tentación de ver el ejercicio como una solución mágica o un reemplazo completo de tratamientos especializados, los cuales siguen teniendo su lugar en un plan integral de la salud mental.
Aunque la ciencia se está aproximando cada vez más a una comprensión de cómo funciona el ejercicio para mejorar el bienestar mental, aún quedan preguntas por resolver. Por ejemplo, el yoga se ha mostrado especialmente beneficioso para la ansiedad, mientras que el ejercicio de baja intensidad, como caminar, también tiene efectos positivos. Sin embargo, se ha comprobado que la actividad más intensa genera beneficios aún más significativos.
Según las teorías actuales, un régimen regular de ejercicio ayuda a mejorar la motivación y aumentar la energía, favoreciendo la transmisión de dopamina en el cerebro. Con base en los estudios, se sugiere que la “dosis” óptima de ejercicio es de al menos 150 minutos de actividad de intensidad moderada cada semana, lo que implica estar ligeramente sin aliento y posiblemente sudar durante la actividad.
No obstante, aunque los beneficios del ejercicio vigoroso son más notables, cualquier tipo de actividad física parece ser útil. Un estudio de 2018 publicado en The Lancet Psychiatry mostró que incluso quienes realizaron algún tipo de ejercicio en el transcurso de un mes experimentaron menos días de mala salud mental, con una reducción aproximada de 1.5 días.
La creciente evidencia sobre los beneficios del ejercicio en la salud mental pone de relieve los riesgos de la inactividad. Incluso si actualmente no se enfrenta a trastornos como la depresión o la ansiedad, los expertos sugieren que incorporar el ejercicio como un hábito puede ser de gran ayuda si las circunstancias cambian.
Cómo mejorar tu bienestar mental a través del ejercicio
Para mejorar tu salud mental mediante la actividad física, no es necesario realizar grandes esfuerzos, y lo más importante es encontrar lo que funcione para ti. Aquí algunos consejos prácticos:
- Prioriza el equilibrio: Realizar actividad física más de 24 veces al mes o entrenar más de una hora por sesión podría tener un efecto negativo en bienestar psicológico.
- Encuentra una actividad que disfrutes: La clave para mantener una rutina constante es disfrutar lo que haces. Si te gusta, será mucho más fácil hacer ejercicio de manera regular. Además, incorporar un componente social, como practicar deportes en equipo o hacer ejercicio con un amigo, puede ser muy beneficioso.
- Busca apoyo si lo necesitas: Aunque el ejercicio puede ser eficaz, no debe reemplazar a la terapia. Si necesitas ayuda adicional, es importante buscar apoyo profesional.