Así lo informó Nelson Gómez, integrante del Círculo de Farmacéuticos de la ciudad. Esto significa que muchas personas no están pudiendo encarar los costos de los tratamientos, y a la hora de privilegiar eligen relegar su salud. Por su parte, la comunidad médica advierte sobre los peligros de no seguir al pie de las letras la ingesta de medicina. Un presente doloroso en el cual varios tienen que elegir entre comer o estar sanos.
Uno de los flagelos más grandes que se viven en un contexto de crisis económica, recesión y estancamiento salarial es ver que mes a mes cada vez alcanza menos la plata. Y en casos extremos, muchos comienzan a vivir su propia versión de “La decisión de Sophie” pero en el cuerpo de uno mismo. De pronto, muchos tienen que decidir si entre comer todos los días o comprar medicamentos, dos necesidades vitales y que conllevan riesgos.
En este contexto, los aumentos que se experimentaron desde comienzo de año a este presente por parte de los laboratorios médicos marcan que más de uno tenga que decidir si prestar atención a una afección –que en muchos casos es crónica y para siempre–, si el bolsillo le permite encarar un tratamiento y, en caso de aceptar priorizar su salud, ver qué sacrificio hacer para mantenerlo. En este caso, el opuesto en la situación más extrema, resignar, quizás, una comida diaria.
Esta realidad es innegable, y no sólo se puede notar y detectar en los testimonios de los damnificados, sino también en las vivencias de los médicos y, sobre todas las cosas, en los números fríos de las farmacias: “Las ventas en el mostrador cayeron alrededor del 35%. En otras palabras, aumentó el precio de los medicamentos y bajó el consumo”, informó Nelson Gómez, miembro del Círculo de Farmacéuticos de Gualeguaychú, para ponerle números a un presente en el cual no es que las personas se estén enfermando menos, sino que no tienen plata para comprar remedios.
“Me pasó en un caso muy puntual, uno que me dolió mucho, que es un cliente que me contó que la cajita de 30 comprimidos de la medicina para la hipertensión ahora le rinde dos meses porque la pastilla que tomaba todos los días no la puede pagar todos los meses, entonces toma una pastilla día por medio”, agregó Nelson.
Aunque este caso no es parte de las gran mayoría, tampoco es el único: hay varias situaciones similares que los profesionales de la salud atestiguan haber vivido con algún paciente que informa que decidieron comenzar a medicarse día por medio para que la dosis total le dure el doble de tiempo. Esto, por supuesto, no es gratuito ni inmutable para la salud.
“Un medicamento tiene algo que se llama vida media, que es el tiempo que tard en bajar a la mitad su concentración en sangre. Una vez pasado el tiempo, hay que volver a estabilizar con otra dosis. Por ejemplo, si tenés que tomarlo cada 12 horas es porque a las 12 horas tenés que volver a equilibrar los valores en sangre de ese medicamento. Si no lo tomás, los valores caen por debajo del límite terapéutico, entonces el control de la enfermedad no se puede realizar. Es como empezar de cero siempre y no se puede mantener una meseta en el tratamiento”, explica por su parte el médico cardiólogo Adrián Mahl sobre los riesgos de no respetar las especificaciones médicas por parte de los pacientes, quienes, una vez más, no es que lo hacen por rebeldía sino por falta de recursos económicos para realizar el tratamiento en tiempo y forma.
“El no poder completar de manera eficiente un tratamiento por falta de recursos puede traer muchas complicaciones y es algo que ahora pasa bastante. Esta acción tiene un impacto en la evolución de la enfermedad, en el pronóstico, en el riesgo de complicaciones a futuro e, inclusive, en la mortalidad del paciente”, advirtió Mahl y agregó: “Lo que veo también es que muchos que antes optaban por medicamentos de primeras marcas, hoy optan por los genéricos. Se está optando mucho más por los genéricos”.
“Hay pastillas y medicamentos nuevos que han salido con el fin de mejorar la evolución de la enfermedad y disminuir las internaciones y la mortalidad. Esto se maneja con base a guías de tratamiento que están preestablecidos. Sin embargo, lamentablemente en Gualeguaychú el poder manejar a un paciente de acuerdo a las guías de recomendaciones, no solo nacionales sino internacionales, es dificilísimo porque la gente no tiene recursos para comprar la medicación. Entonces uno tiene que tratar de encontrar la vuelta y tratar de hacer el tratamiento óptimo con los medios que tiene disponible, aunque haciendo eso no estás ofreciendo medicina de primer nivel”, aclaró el cardiólogo.
“Hay que recordar que las farmacias no somos formadoras de precios. Las farmacias no somos los que dicen cuánto tiene que valer uno u otro medicamento. Los farmacéuticos no tenemos la culpa del precio final del producto al que le llega al paciente. El precio de un medicamento siempre tiene que tener la autorización del Estado nacional y lo ponen los laboratorios. Son ellos los que se sientan con el Gobierno de turno a negociar cuánto pueden aumentar el valor de sus medicamentos. Y a nosotros nos llega el número éste directamente a la computadora el día que abrimos el sistema y pasamos con la pistolita láser el código de barra del producto. Es ahí donde sale el precio. No tenemos absolutamente nada que ver en la formación del precio del medicamento”, reclamó Nelson.
Sistemas de salud
Además del precio de los medicamentos, las personas se están enfrentando también a los aumentos de la medicina prepaga, lo que obliga a más de uno a tener que buscar opciones más económicas o, en el peor de los casos, tener que optar por el sistema público. El mayor riesgo en este sentido no es para el paciente, sino para toda la estructura de la Salud en manos del Estado en general debido a que si más personas se bajan del sistema privado el público corre riesgo de saturarse.
En este sentido, existe un hecho particular en este presente: según señalan los profesionales de la medicina, esta situación complicada muchas veces la sufren más los que están bajo el sistema de las obras sociales debido a que en algunos casos no cubren por completo el valor de ciertos medicamentos y los descuentos son insuficientes para aliviar los bolsillos; en cambio, los que se atienden en el sistema público de salud ven más cubiertos el abastecimiento de medicamentos en la farmacia del Hospital (siempre y cuando el Estado siga proveyendo las medicinas y no se corte la cadena).
Lo mismo pasa con los jubilados afiliados al PAMI: hace unos días, las entidades representativas de los laboratorios, las farmacias y la obra social que representa a más de 5 millones de afiliados adultos mayores acordaron prorrogar el convenio de medicamentos cuyo vencimiento era el 31 de marzo. La renovación se extendió hasta el 30 de noviembre y –en líneas generales– se mantuvieron los términos del convenio vigente. También informaron que siguen los descuentos en medicamentos, que alcanzan al 80% en precio de venta PAMI, la vía de excepción y el subsidio social para todos los afiliados que lo requieran.