La investigación del neurólogo y decano de la carrera de medicina de la UBA, Luis Ignacio Brusco, revolucionó el Congreso Mundial de Alzheimer que se celebra hasta hoy en Amsterdam, Países Bajos. El experto adelantó las conclusiones a Infobae. Futuro y cambio de paradigma sobre la forma de demencia más prevalente del mundo
Vivimos en la era dorada de la longevidad. Somos protagonistas privilegiados de este tiempo que nos propone vivir más y mejor.Pero esto encierra grandes desafíos y algunas paradojas para la ciencia y la medicina, que pareciera no llegar a tiempo con soluciones concretas para muchos males que crecen exponencialmente entre las sociedades envejecidas.
La investigación científica se enfrenta en este siglo XXI a una paradoja central: los seres humanos alcanzamos la mayor expectativa de vida desde que se tiene registro -se espera que la media global sea de 77 años en 2050-, pero este incremento en la edad, en un porcentaje cada vez mayor de la población, es acompañado por la prevalencia de las enfermedades neurodegenerativas, intrínsecamente vinculadas al envejecimiento.
Por eso, todo avance médico frente a las distintas formas de demencias, y en especial a la Enfermedad de Alzheimer (EA) -que es la forma más habitual de demencia- nos interpela especialmente. Hoy, se estima que en el mundo más de 55 millones de personas viven con Alzheimer y otras demencias. Además, por el crecimiento de las poblaciones envejecidas, este número podría triplicarse para 2050, y llegar a más 150 millones, según un amplio estudio publicado en la revista The Lancet Public Health.
Foro mundial en Ámsterdam
Ante ese escenario, es alentador recibir buenas noticias. Y los científicos e investigadores lo están haciendo. Esta vez, un científico argentino brillanteprovocó junto a un grupo de investigadores del país y del mundo una verdadera revolución en el Congreso Mundial de Alzheimer 2023 -que finaliza hoy y se celebra en Ámsterdam- con una idea que aparenta ser simple, pero que detrás tiene solidez de todo tipo: evidencia, cifras e investigación.
Es una mirada sobre el Alzheimer (EA) que se afianza y está basada en la detección de determinados biomarcadores genéticos (Apo-E) que una vez individualizados permiten establecer una especie de score sobre el grado de susceptibilidad de esa persona de desarrollar o no la enfermedad neurodegenerativa.
El Alzheimer es la causa más común de demencia, un término general para la pérdida de memoria y otras habilidades cognitivas lo suficientemente graves como para interferir en la vida cotidiana, generalmente a partir de los 60 años.
Una vez definido esa especie de umbral o “score” genético aparece un nuevo término que muestra un nuevo paradigma en el tratamiento del Alzheimer: cuál será la resiliencia cognitiva de esa persona, ¿se podrá retrasar, posponer o inhibir la aparición de la EA y otras demencias asociadas?
El Congreso Internacional de la Asociación de Alzheimer (AAIC) reúne a los especialistas internacionales en la fascinante y eléctrica ciudad holandesa de Ámsterdam y es el marco perfecto para la divulgación y acceso de las últimas novedades sobre la enfermedad. Esta cumbre de expertos abrió con una noticia que dio vuelta al mundo y que tiene detrás a una científico argentino: el médico neurólogo y decano de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires (UBA), Luis Ignacio Brusco.
Además de conducir la Facultad de Medicina más renombrada de América Latina, el doctor Brusco, en su carácter de neurólogo, psiquiatra y filósofo, se ha especializado en los últimos años en estudiar e investigar la enfermedad de Alzheimer. Y ahora, tras los hallazgos reveladores de dos estudios en los que participó como investigador líder, revolucionó el debate global y local.
Brusco enfatizó en las investigaciones sobre el control de los factores de riesgo, especialmente cardiovasculares y/o metabólicos, y la detección temprana de biomarcadores (Apo-E) -como señaló junto a sus colegas en los papers- asociados a síndromes demenciales como la Enfermedad de Alzheimer (EA), la Demencia Vascular (DV) y la Esclerosis Múltiple (EM) son fundamentales para prevenir y frenar la progresión de estas patologías.
El Alzheimer es una enfermedad progresiva, en la que los síntomas de demencia empeoran gradualmente a lo largo de los años (Getty)
Los resultados del estudio “P4-267: Cognitive resilience: APOE-e4 and mixed dementia” publicado en The Journal of Alzheimer´s Association y que el doctor Brusco adelantó en exclusiva a Infobae, plantea dos aspectos cruciales: el papel de los biomarcadores genéticos en el riesgo de padecer Alzheimer y cómo esto se vincula a la resiliencia cognitiva, un concepto que cambia el panorama de la prevención de una enfermedad para la que aún no existe un tratamiento eficaz ni cura.
Brusco y un equipo internacional de investigadores postularon que la resiliencia cognitiva, entendida como la susceptibilidad o riesgo genético y ambiental de padecer Alzheimer -junto a la identificación de más de 15 factores de riesgo modificables– puede retrasar la aparición de la enfermedad neurodegenerativa o incluso lograr que no se desarrolle al tomar medidas preventivas.
Retrasar el avance del Alzheimer
— Usted nos trajo un concepto revelador -y sobre el que ya reunió evidencia en el paper publicado P4-267: Cognitive resilience: APOE-e4 and mixed dementia– que podría modificar el pronóstico del Alzheimer. ¿Cuál es el vínculo entre la resiliencia cognitiva y esta enfermedad (EA) que hoy padecen 55 millones de personas en el mundo y con un pronóstico que afectará a cada vez más pacientes?
— Doctor Luis Ignacio Brusco: El Alzheimer está dentro del grupo de las enfermedades neurodegenerativas, es una enfermedad muy prevalente y aparece fundamentalmente en las personas después de los 60 años. Es tan prevalente que se diagnostican entre el 60% y el 70% después de los 80 años. Entonces el término resiliencia cognitiva se refiere a cómo nuestro cerebro es capaz de soportar las agresiones ambientales, sociales, y cómo estamos preparados genómicamente para soportarlas. También debemos tener en cuenta que las agresiones que hemos tenido en la vida son muchas veces acumulativas, esto es lo que llamamos memoria ambiental.
La resiliencia cognitiva nació como término referido a cómo venimos al mundo genéticamente y a partir de eso vamos creándonos como seres vivientes y en esto influyen múltiples factores. Se refiere a cómo nos constituimos como seres intelectuales y los riesgos que tenemos de tener -en este caso específicamente- enfermedad de Alzheimer. A su vez, es la capacidad de soportar una lesión cerebral (accidente vascular cerebral, hipertensión arterial, traumatismos, etcétera) y que no se “despierte” la enfermedad de Alzheimer.
“Es muy distinto un nativo y la ancestría de un salteño que de un patagónico”, señaló Brusco al explicar algunos aspectos genómicos de los argentinos
La resiliencia cognitiva no es ciencia ficción
— ¿Entonces, la Resiliencia Cognitiva (RC) sería una herramienta preventiva para evitar o retrasar el Alzheimer? Porque hasta hoy para el Alzheimer no hay un tratamiento definitivo, no hay cura. La resiliencia cognitiva podría ofrecer una especie de estrategia preventiva para llegar antes de que la enfermedad avance, y así detectarla precozmente y actuar…
—Brusco: Ése es exactamente el concepto de resiliencia cognitiva y cómo debiéramos usarla en salud. Hoy se sabe que entre 30 ó 40 años antes, la persona empieza a movilizar unas proteínas que se acumulan de manera gradual, pero que a largo plazo son muy problemáticas y hacen que el cerebro envejezca.
Entonces, lo que hay que evitar es que esas proteínas anormales se acumulen. Algunas personas son menos resilientes y las acumulan por demás y hay personas que son más resilientes, por lo cual también se puede detectar quiénes no tienen riesgo y pueden soportar lesiones (injurias) cerebrales, y así llegar a los 120 años con un cerebro perfecto.
A partir de este nuevo concepto (RC) lo que queremos hacer es transformar a las personas de baja resiliencia y subirles -como si fuera con un cricket-, su umbral de resiliencia cognitiva. La resiliencia no es ciencia ficción, sino una cantidad muy importante de marcadores genéticos que nos permiten detectar – a través de métodos científicos y de estudios- qué personas tienen bajo riesgo y quiénes tienen alto riesgo.
El aporte de los nuevos estudios
La enfermedad de Alzheimer (EA) es la forma más común de demencia, que implica pérdida de memoria y otras habilidades cognitivas lo suficientemente graves como para interferir con la vida diaria de quien lo padece. La enfermedad de Alzheimer representa entre el 60% y el 80% de los casos de demencia.
La EA cambia todo el cerebro, provoca la muerte de las células nerviosas y la pérdida de tejido en todo el cerebro. Con el tiempo, el cerebro se encoge drásticamente, lo que afecta a casi todas sus funciones. Si bien factores relacionados al estilo de vida -como la dieta, el sedentarismo o el hábito de fumar- influyen en el riesgo de desarrollar Alzheimer, entre el 60% y el 80% de los casos tienen una base genética.
La pregunta que resuena luego de conocer los alcances del paper liderado por Brusco es cómo saber y cómo encontrar a las personas que tienen esos biomarcadores genéticos. Esa respuesta está por responderla la medicina genómica, una disciplina que está revolucionando los hallazgos relacionados con esta enfermedad.
En diálogo con Infobae, el doctor Brusco quien lideró el estudio “P4-267: Cognitive resilience: APOE-e4 and mixed dementia” publicado en The Journal of Alzheimer´s Association, y es coautor del estudio “Admixture mapping implicates 13q33.3 as ancestry-of-origin locus for Alzheimer disease in Hispanic and Latino populations”, publicado en la revista Human Genetics and Genomics Advances, reveló las conclusiones de los hallazgos que abren un nuevo camino en la investigación, el diagnóstico y los futuros tratamientos de la enfermedad.
“La investigación permitió observar selectivamente quiénes tienen más riesgo de padecer Alzheimer. Determinamos varios genes relacionados con esta patología en nuestra población, en el Cono Sur y en Latinoamérica”, dijo Brusco a Infobae
Estas investigaciones aportaron nueva evidencia que cambia la perspectiva para el abordaje del Alzheimer: los científicos identificaron en el cromosoma humano 13 variantes genéticas protectoras asociadas a un riesgo reducido de desarrollar la enfermedad de Alzheimer y determinaron que esa asociación está vinculada a la “ascendencia nativa americana” (lo que se conoce como ancestría), esto es: procedente de pobladores originales del continente americano.
El médico neurólogo y psiquiatra precisó a este medio que “luego de investigar la secuenciación del genoma humano -se secuenció el genoma completo de mil personas en la Argentina -la mitad de ellos con Alzheimer- para evaluar cuáles son los marcadores de riesgo en múltiples enfermedades como el cáncer, la diabetes y la enfermedad neurodegenerativa. Logramos definir con mayor precisión el perfil genético asociado al riesgo de padecer la enfermedad de Alzheimer”.
Esto significa que existen genes que nos hacen más o menos “resilientes” a la enfermedad
— ¿Qué conclusiones arrojaron los dos estudios recientes sobre Alzheimer, uno que usted lideró como investigador experto y otro del que fue coautor?
—Brusco: La investigación permitió observar selectivamente quiénes tienen más riesgo de padecer Alzheimer. Determinamos varios genes relacionados con esta patología en nuestra población, en el Cono Sur y en Latinoamérica. Existen tres variantes genéticas raras –TREM2, PLCG2 y ABI3– que se vinculan a una mayor susceptibilidad de padecer Alzheimer. Estas variantes de baja frecuencia están ampliamente distribuidas en argentinos con sus ancestros de Europa.
El estudio sobre el mapeo para la enfermedad de Alzheimer en poblaciones hispanas y latinas -del que Brusco es coautor- es el primero de análisis del genoma completo en la población argentina y el primero en su tipo en América Latina. Esta investigación multicéntrica en la que participaron varios países de la región, la mayoría de los investigadores provienen de Estados Unidos y de Argentina, más específicamente de la Universidad de Buenos Aires (UBA), logró hitos que cambian la forma en la que comprendemos el Alzheimer hasta hoy: definir el perfil genético de la EA, detectar factores de riesgo genético para esa enfermedad en la población argentina, y determinar la firma molecular (colección de genes y otras moléculas alteradas) del Alzheimer en diferentes regiones del país y evaluar la contribución de los anteriores hallazgos para generar diagnósticos y tratamientos personalizados.