viernes, octubre 6

Segunda parte: el Síndrome de Down en primera persona, obras sociales y la inserción en el campo laboral

El deseo de las familias es ver crecer a sus hijos para convertirse en adultos independientes y felices, pero para eso es fundamental el apoyo y la integración al sistema. La estimulación temprana es fundamental y la cobertura médica se convierte en algo fundamental a lo largo de su desarrollo.

En Mendoza, nacen unos 50 bebés con Síndrome de Down por año. Esto, si se toma en cuenta un estimado de 25.000 nacimientos anuales y se considera que la prevalencia local del síndrome es de 20 cada 10.000 nacidos vivos, según la Red Nacional de Anomalías Congénitas (RENAC). Para los padres la prioridad es que sus hijos cuenten con todo lo necesario para desarrollarse y muchas veces las falencias del sistema así como la falta de empatía impiden ese desarrollo y pueden afectar la vida de los chicos para siempre.

Algunos tienen más suerte que otros y mucho depende de tres grandes factores, según coinciden los relatos: el entorno que apoya, la obra social, que suele no cubrir todo o dilatarlo y la inclusión del sistema educativo.

Como cualquier persona, tienen proyectos. Y los papás, como cualquier papá, quieren darles recursos a sus hijos para que puedan ser independientes en la vida. Nadie es eterno.

OPORTUNIDADES

En Mendoza hay 2.178 personas con Síndrome de Down, la mayoría menores de 39 años. Son el 3% de las personas con discapacidad en la provincia. De ellos trabajan 22, esto es el 1%, y 16 buscan trabajo. Según el Registro Nacional Personas con Discapacidad, entre quienes trabajan, 13 son obreros y empleados, 7 tienen trabajo por cuenta propia y 1 trabaja con su familia.