viernes, octubre 6

La clave para que la tecnología redunde en una atención médica avanzada y humanizada

Columnista invitado (*) | Tiene la capacidad de dar respuestas porque sabe enlazar la comprensión de los fenómenos biológicos y médicos con la aplicación de las herramientas de la ingeniería.

Herramientas de Inteligencia Artificial, tecnología aplicada al consultorio médico, algoritmos, diagnóstico por imágenes e historias clínicas digitalizadas son algunos de los muchos elementos decisivos tanto en el diagnóstico y el tratamiento de un paciente como en la labor médica. La paradoja es que ese crecimiento exponencial que tiene la incidencia de la tecnología y de los adelantos científicos debe traducirse en una atención médica cada vez más humanizada.

Es en ese sentido que la Bioingeniería aporta la capacidad de dar respuestas porque sabe enlazar la comprensión de los fenómenos biológicos y médicos con la aplicación de las herramientas de la ingeniería. De esta forma logra resolver problemas, siempre teniendo en cuenta a las personas, es decir, al impacto de la tecnología sobre las mismas.

Esta combinación vital se materializa en la medicina personalizada, para la cual los pacientes no son la enfermedad sino que tienen una enfermedad y, por lo tanto, se los trata de acuerdo a sus propias particularidades, buscando hacer un “traje a medida” y no calzándolos en una prenda uniforme.

Esa medicina de precisión necesita sí o sí de la tecnología. También en lo que se conoce como medicina traslacional, que traduce los conocimientos y descubrimientos de la investigación básica y los acerca lo antes posible al paciente.

Para estar a la altura de las oportunidades que hoy tenemos a mano, es imprescindible la formación de equipos interdisciplinarios que dialoguen tanto con la tecnología y la ingeniería como con la medicina y la atención médica. Así se alcanzan soluciones a problemas de diagnóstico y del tratamiento de enfermedades desde un punto de vista científico y tecnológico propiciando un trato cada vez más humanizado.

Cuando esto funciona, se da una sinergia entre la investigación y la solución de problemas que impacta en los pacientes, en las instituciones y en los profesionales de la salud. Una demostración concreta: en medio de la pandemia, creamos el modelo COVID-19 Severity Index, un sistema de alarma predictivo posible de utilizar en cualquier hospital y que permitió clasificar la gravedad de los cuadros y priorizar el recurso humano, aumentando los controles de enfermería en los casos más graves y reducirlos en los más leves. De esta manera, se evitó la sobrecarga de enfermería y el sistema fue capaz de predecir con 24 horas de anticipación el pase a terapia intensiva.

Así, la Bioingeniería está en foco con la innovación y el desarrollo que supone la Inteligencia Artificial, un campo de la informática que se encuentra en un constante crecimiento y que, entre otras cosas, permite agilizar los tiempos sobre todo en tareas y procesos de diagnóstico de lesiones, patrones y patologías, incluso en lugares donde no se cuenta con un especialista en la materia. También con el análisis de grandes volúmenes de información.

Las historias clínicas digitales, por ejemplo, generan una enorme cantidad de datos que son una verdadera mina de oro para la investigación, pero implican el desafío de saber ser leídas. En eso también la Bioingeniería es clave.

En resumen, la tecnología, los algoritmos y las máquinas complementan el trabajo médico y permiten garantizar el objetivo fundamental de darle un mejor bienestar a los pacientes en la prevención, el diagnóstico y el tratamiento.

(*) El autor es el Ing. Marcelo Risk, director de la carrera de Ingeniería Biomédica del Instituto Universitario del Hospital Italiano de Buenos Aires (IUHIBA) y del Instituto de Medicina Traslacional e Ingeniería Biomédica (IMTIB). A cargo del Seminario del Doctorado en Bioingeniería (IUHIBA) e investigador independiente CONICET.