La actualización del Código Alimentario Argentino (CAA), impulsada por la Comisión Nacional de Alimentos, promueve la innovación alimentaria, brinda más transparencia a los consumidores y establece reglas claras para la industria.
Mediante la Resolución Conjunta 38/2025 que entra en vigencia en el día de hoy, el Gobierno nacional habilitó la posibilidad de incorporar nutrientes esenciales, como vitaminas y minerales, en bebidas analcohólicas. La medida, impulsada por la Secretaría de Gestión Sanitaria del Ministerio de Salud de la Nación y por la Secretaría de Agricultura, Ganadería y Pesca, tiene como objetivo ordenar el mercado y generar condiciones para el crecimiento de la industria alimentaria con estándares de calidad y transparencia.
Actualmente, muchas de las bebidas que se comercializan ya contienen vitaminas, minerales u otros nutrientes. Sin embargo, el Código Alimentario Argentino (CAA) solo habilitaba esta posibilidad para rubros como la leche, los cereales o las bebidas vegetales, generando un vacío normativo que podía ocasionar competencia desleal, comercialización de productos poco seguros y publicidad engañosa. Para corregir estos desvíos, la Resolución incorpora al CAA las categorías “bebidas adicionadas con vitaminas y minerales” y “suplemento hidroelectrolítico” y redefiniendo la categoría de “alimentos fortificados”, estableciendo criterios claros para su producción y comercialización.
Asimismo, contempla un plazo de dos años para que las empresas puedan adecuarse a los nuevos requisitos.
La nueva categoría “bebidas adicionadas con vitaminas y minerales” regula las bebidas analcohólicas a las que se les agregan vitaminas y/o minerales en una proporción superior a la de su contenido natural.
Establece que los nutrientes adicionados deben ser estables en condiciones normales de almacenamiento, distribución y consumo y que no deben presentar incompatibilidades con otros componentes del alimento ni provocar un exceso en la ingesta total diaria recomendada cuando se suman otras fuentes de la dieta.
La categoría “suplemento hidroelectrolítico”, reglamenta las bebidas destinadas a la reposición de líquidos y electrolitos en personas que realizan actividad física o requieren rehidratación. Se contempla que estas bebidas deberán contener entre 450 y 1150 mg/l de sodio y entre 78 y 700 mg/l de potasio, y podrán incluir otros minerales, carbohidratos, vitaminas, aditivos permitidos o edulcorantes y elaborarse con jugos, pulpas o concentrados. También se detalla que podrán presentarse listas para consumir, en polvo o concentrado y se reglamentan los productos en polvo a fin de asegurar que las bebidas adicionadas resultantes cumplan con los requisitos establecidos.
Finalmente, la actualización del CAA redefine los alimentos fortificados en los que se incrementa significativamente la proporción de proteínas, aminoácidos, vitaminas, minerales o ácidos grasos esenciales respecto de su contenido natural. Se fijan los porcentajes mínimos de cada nutriente en relación a la ingesta diaria recomendada y se incorporan condiciones sobre la estabilidad y la compatibilidad de los nutrientes agregados.
Para la comercialización de estas nuevas categorías, el CAA establece que los productos deberán detallar los nutrientes con los que fueron adicionados o fortificados o la concentración de sodio y potasio, el contenido de gas y el sabor. Asimismo, deberán informar el porcentaje que estos nutrientes representan sobre la ingesta diaria recomendada y el grupo etario de referencia cuando corresponda.
Cabe destacar que estos cambios fueron impulsados a partir de un relevamiento realizado por el Instituto Nacional de Alimentos (INAL) que evidenció la necesidad de actualizar el CAA para contemplar productos que ya circulaban en el mercado. Para tal propósito, se conformaron grupos de trabajo con participación de diversas provincias y sectores regulados, que elaboraron la nueva propuesta teniendo en cuenta la evidencia actual, los antecedentes internacionales existentes y la posibilidad de encuadre de estos productos.
Con esta actualización, el Estado deja de ser un freno para la innovación y el desarrollo de la industria alimentaria. Mediante reglas claras, previsibles y actualizadas permite a las empresas competir, diversificar su oferta y responder a las demandas de los consumidores con productos de mayor valor nutricional.