Utilizar táperes adecuados, como los de vidrio o plástico, ayuda a preservar los alimentos por más tiempo en la nevera. Sin embargo, un sector de la población suele guardar comida en ollas
El aluminio es uno de los materiales más versátiles y presentes en nuestra vida diaria. Desde las bicicletas que usamos para desplazarnos, hasta los envases que conservan los alimentos que consumimos, este metal ligero y resistente ha transformado nuestro entorno. Incluso en nuestras oficinas y hogares, los muebles y marcos de ventanas de aluminio son ejemplos claros de cómo este material se ha convertido en una pieza importante en la construcción de espacios modernos.
En la cocina, más allá de las clásicas ollas, encontramos el aluminio en papel que usamos para envolver alimentos o proteger platos del calor. Las sartenes antiadherentes y las cacerolas recubiertas de este metal son utilizadas con frecuencia en los hogares. Si bien este elemento es práctico en el día a día, su uso inadecuado podría ser perjudicial para la salud.
¿Qué pasa si guardas recipientes de aluminio con comida en la nevera?
Almacenar alimentos en recipientes dentro de la refrigeradora no solo es una cuestión de comodidad, sino de salud. Utilizar táperes adecuados, como los de vidrio o plástico, ayuda a preservar los nutrientes de los alimentos por más tiempo. Además, al evitar el contacto directo con el aire, se reducen las posibilidades de crecimiento bacteriano, lo que contribuye a mantener los alimentos seguros y en óptimas condiciones.
Estas prácticas son adecuadas, pero hay otras que no lo son. Un sector de la población, en su apuro diario, suele colocar directamente utensilios de aluminio en la nevera. Por ejemplo, las ollas donde se cocinó la sopa, el guiso o el arroz terminan reposando en el refrigerador por días. Las personas confían en que los alimentos estarán en buen estado simplemente porque están guardados, pero la realidad es diferente.
Ahora bien, ¿qué sucede si guardas recipientes de aluminio con comida en el refrigerador. De acuerdo con el especialista Roberto Figueiredo, colocar estos utensilios en el artefacto genera más de un problema. Uno de ellos es que los alimentos presentes en la olla pueden corroer el recubrimiento del objeto con el paso del tiempo. Esto ocurre principalmente cuando almacena salsas ácidas.
Cocinar o almacenar alimentos con alto contenido de ácidos, como tomates, cítricos o vinagre, puede acelerar la corrosión del aluminio. Los ácidos reaccionan con el metal, dañando su superficie. Cuando se corroe el recubrimiento de una cacerola, la comida puede contaminarse con partículas dañinas que afectan tanto su seguridad como su sabor.
Sobre este tema en cuestión, Cinthia Reyes, a través de su canal de YouTube, señaló que se debe evitar la fermentación en recipientes de aluminio debido al pH ácido que suelen presentar los alimentos fermentados. Al estar la comida varios días en una olla, existe la posibilidad de que se fermente, especialmente si el potaje contiene azúcares o ingredientes que favorecen el crecimiento de bacterias. Esto también podría ocurrir en la refrigeradora.
Otro problema surge al guardar ollas con comida en la nevera. Al introducir ollas llenas de comida, los olores de otros platos cercanos pueden mezclarse, a pesar de que los recipientes estén tapados. Por ejemplo, si guardas ají de gallina junto a una cacerola de lomo saltado, es probable que este último potaje absorba el aroma del otro plato.
El impacto en la salud
En 1989, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio a conocer que una persona de 60 kilogramos de peso no debería consumir más de 60 miligramos de aluminio por día. Bajo esta premisa, es pertinente dar a conocer un estudio que trata básicamente sobre la cantidad de aluminio que se transfiere al alimento cuando se cocina en distintas ollas.
En el artículo científico titulado “Comparative Study of Leaching of Aluminium from Aluminium, Clay, Stainless Steel, and Steel Cooking Pots”, se analizó las concentraciones de aluminio en muestras de arroz. Para ello, se cocinó este producto en cacerolas de distintos materiales.
Luego de una serie de análisis, se llegó a la conclusión de que el arroz con mayor presencia de aluminio se encontró en la olla de aluminio vieja. En cuanto a la menor concentración, se supo que se encontraba en el recipiente nuevo.
Sobre este estudio, la ingeniera química Reyes indicó que una persona podría ingerir 21,98 mg de aluminio si come 70 g de arroz preparado en un objeto viejo. “El peor escenario se presenta cuando el arroz se cocina en una olla de aluminio que tiene entre dos y cinco años de antigüedad”, sostuvo.
Habiendo señalado ello, es pertinente mencionar el impacto de la ingesta de aluminio en la salud. Para esto se dará a conocer los hallazgos del científico Conor Reilly, quien en su libro “Metal contamination of food” abordó el tema. De acuerdo con su investigación, consumir grandes cantidades de aluminio puede provocar afectaciones, como demencia, apatía y temblores severos.
Por su parte, la Agencia para Sustancias Tóxicas y el Registro de Enfermedades indicó lo siguiente a través de su página web: “Algunos estudios han sugerido que la exposición a cantidades altas de aluminio puede causar enfermedad de Alzheimer”.