Tal vez los jóvenes no valoren mucho la juventud, pero las tendencias de belleza rara vez se olvidan de ellos. Aunque últimamente los titulares se han centrado en los “adolescentes de Sephora” que recorren en manada los pasillos de la tienda de productos de cuidado personal, para agotar las cremas exclusivas y los sueros para el crecimiento de pestañas, el ansia adolescente de transformación no es nada nuevo.El concepto de los adolescentes como un segmento demográfico de mercado diferenciado surgió durante el boom de la posguerra de la década de 1940, aunque durante muchos años los productos destinados a este segmento etario fueron relativamente modestos: una espuma rosa para un baño de burbujas, un poco de bálsamo labial Lip Smacker.Este año, se prevé que la industria mundial de la belleza genere más de 600.000 millones de dólares de ingresos, con un aumento del 8 por ciento tan solo entre los consumidores adolescentes y preadolescentes (que una niña de 12 años realmente necesite la crema “visiblemente reafirmante” Brazilian Bum Bum Cream, de 48 dólares, es otra historia). A continuación, un repaso parcial a las más de ocho décadas de brillos labiales y cambios en el espíritu de la época. La década de 1940 El comienzo de Seventeen y un labial democrático El debut de la revista Seventeen en 1944 ayudó a promover el resplandor de un rostro fresco a través de productos como el Polvo Compacto Angel Face de Pond’s y marcas en expansión como Tangee, cuyo labial más vendido contenía un tinte de fluoresceína que cambiaba de color al contacto con la piel para adaptarse de forma única a la usuaria, o al menos eso afirmaba la empresa (aunque su relevancia se desvaneció a fines de los años 60, todavía se puede encontrar el tono característico de la línea en la Vermont Country Store, tras un renacimiento en 2002).En esta época también se volvieron populares los productos en miniatura –conocidos como “el tamaño de 10 centavos”, que se vendían como muestras–, para ayudar a las chicas con poca experiencia y poco dinero para gastar. La década de 1950 Un cuento de hadas a la hora del baño En 1952, un empresario británico adquirió los derechos de la marca “Tinkerbell” , o Campanita en español, y comenzó a fabricar artículos de tocador y cosméticos diseñados específicamente para niñas. Esta línea lanzó una perdurable gama de productos de baño, labiales y esmalte de uñas desprendible “Bo-Po”, aunque la empresa evitó las sombras de ojos y el rímel (“No queremos decirle a una niña de 8 años que debería verse como una de 18”, declaró quien dirigía a la empresa a The New York Times en 1989).Por desgracia, todo acabó en el país de Nunca Jamás, pues con el cambio de milenio, un litigio con Disney por los derechos del nombre hizo que la marca desapareciera. La década de 1960 Escuadrones del “mod” y las colmenas Llegó el terremoto de la juventud, y con él una nueva era de modelos adolescentes, cuya figura principal fue la esbelta supermodelo Twiggy, cuyas exageradas pestañas estilo Bambi, corte de pelo pixie y labios pálidos la convirtieron en una estrella a los 16 años. Para ese look, las tiras de pestañas postizas eran imprescindibles, así como los lápices y polvos brillantes de Cover Girl, Max Factor o Maybelline.Otros que estaban en onda, aunque requerían mucho menos mantenimiento que el pixie eran los peinados de colmena, creados por primera vez por Margaret Vinci Heldt, una esteticista de Chicago, y que pronto fueron adoptados por grupos musicales de chicas en ascenso como las Supremes y las Ronettes.”Se necesita mucho Aqua Net, y luego mucho crepé, seguido de más Aqua Net, y más volumen”, explicó en una entrevista de 2010 Ronnie Spector, la famosa y petite vocalista principal de las Ronettes. La década de 1970 El retorno a lo natural A medida que el “mod” dio paso a la generación Woodstock y, más tarde, a la música disco, los looks se suavizaron y se ampliaron para transmitir un glamour más despreocupado (véase el auge de los champús de moda como Clairol Herbal Essences y Gee, Your Hair Smells Terrific).El Bonne Bell Lip Smacker, que salió a la venta en 1973, permitía a las adolescentes renunciar a los labiales encerados y muy pigmentados de la época de sus madres para optar por bálsamos transparentes de sabores coleccionables como fresa, manzana verde y Dr Pepper (para las chicas un poco más versadas en los caminos del romance, estaba Maybelline Kissing Potion, un brillo labial en roll-on disponible en fórmulas atrevidas como “Provocative Pineapple” (piña provocadora) “Wild Watermelon” (sandía atrevida) y “Devil Mint” (menta maléfica)).Otra novedad de 1973: Fashion Fair Cosmetics, que fue una de las primeras marcas de masas en atender las necesidades de belleza de las mujeres de color. Al mismo tiempo, el cabello afro de iconos de la contracultura, como la activista política Angela Davis, marcó el paso de los dañinos alisadores a productos como Afro Sheen , que celebrara las texturas naturales. La década de 1980 La belleza se vuelve pop Una economía boyante y una melena abundante: la “década de la avaricia”, como se le conoció a estos años en los países de habla inglesa, dio la bienvenida a las tenazas para el pelo, la permanente casera Ogilvie y otros productos diseñados para aumentar el volumen.Muchas adolescentes optaban por potenciar sus rizos permanentes con Sun In, un aerosol que se activaba con el calor y que prometía reflejos naturales, aunque a menudo producía indecorosas mechas de color naranja metálico. ¿Y para recoger esos rizos, preferiblemente hacia un lado? Llegaron los ‘scrunchies’, una liga para el cabello recubierta de tela satinada o tul que puso de moda Rommy Hunt Revson, quien cantaba en las discotecas (o en última instancia, siempre estaban las pinzas de plátano o media luna).El maquillaje de los años 80 era todo lo opuesto a la sutileza, con sus neones brillantes, pasteles fríos o los tonos saturados (verde azulado, orquídea, cobalto) producidos en rangos de precios para adolescentes por Wet n Wild. Después, todo se eliminaba con la aplicación de la loción astringente Sea Breeze y las quemaduras posteriores se cubrían con una rociada de Electric Youth, Love’s Baby Soft o Malibu Musk.El voluminoso y omnipresente recipiente en el que se guardaban esos tesoros: el Caboodle, un colorido estuche de varios niveles inspirado, según la leyenda, en una caja de aparejos de pesca que Vanna White utilizaba para organizar sus cosméticos en el plató de “La rueda de la fortuna”. La década de 1990 Nación alternativaMientras las corporaciones ponían en la mira la emergente sensibilidad “alternativa” de una joven y hastiada Generación X, la belleza también se alejaba del glamour y los excesos de los años 80. MAC Cosmetics, una marca canadiense, ofrecía productos muy pigmentados, con acabado mate, en tonos café, borgoña y gris pardo y los tonos pastel fríos fueron reemplazados por brillos más sutiles.La irreverente revista impresa Sassy reflejó el cambio y cristalizó las tendencias que iban desde los nudos Bantu y los pasadores miniatura hasta los aros para el ombligo (también aparecieron las perforaciones en otros lugares: cejas, nariz y pezones).Aunque, en esta década, no solo hubo tonos tierra y cejas depiladas; el tinte Manic Panic vegano, libre de crueldad animal, se ofrecía en una gama de colores chillones al alcance de cualquier niña rebelde con un lavabo y un peine, y nuevos grupos atrevidos como las Spice Girls y Destiny’s Child encarnaban la panoplia de estilos (ciberpunk, deportivo, babydoll) que se filtraba desde las listas de éxitos hasta el centro comercial local. La década de 2000 El cabello pop punk y los aerosoles corporales A medida que el grunge fue pasando de moda y la era del “Total Request Live” de MTV entraba en el chat, las cosas volvían a ser un poco más brillantes y femeninas: pinzas para el pelo en forma de mariposa, sombras de ojos en tonos pastel, como los de una cesta de Pascua, productos para los labios tan brillantes que parecían pintura de auto.El auge del emo y el pop punk también trajo consigo un nuevo giro mixto al cuidado personal: el boom del “delineador masculino”, aunado a que todos por igual tenían que plancharse el pelo. La nueva línea de maquillaje Urban Decay ofrecía más opciones sin género en tonos con nombres provocativos (como ajenjo, gangrena y asfixia) que evitaban deliberadamente lo “bonito”.También las fragancias podían ser unisex –para muestra, el atractivo perdurable de CK One, que apareció en 1994 –, pero las ofertas para el mercado masivo como el desodorante corporal en aerosol de Axe, lanzado por Unilever en 2002, ayudaron a democratizar el aroma, impregnando a una generación de adolescentes en una nube de almizcle y metrosexualidad que hacían llorar los ojos.¿Aquello era desodorante, colonia o una guerra química? Pregunten a las chicas que se bañaban en pociones análogas de Bath & Body Works y Victoria’s Secret Pink, cuyas brumas color caramelo evocaban sin pudor aromas a melón, frutos rojos o galletas recién horneadas. La década de 2010 La celebración de la belleza y los influentes sociales El continuo auge de las redes sociales y YouTube ayudaron a difundir el evangelio de productos que antes eran de nicho, como la decoración de uñas, el cuidado de la piel coreano y el degradado de color estilo ombré en el cabello, a través de personas que se autodenominan influentes y videos de “acompáñame a alistarme”. Cada vez más, el mensajero era tan notable como el medio, gracias a las líneas de productos de celebridades como Lady Gaga (Haus Labs) y Kylie Jenner (Kylie Cosmetics), que extendieron (y monetizaron) sus marcas con astucia.
La década actual El reinado del TikTok La tendencia de la piel con aspecto de dona glaseada, la de la chica de las fresas, el estilo coquette, la estética cottagecore: el surgimiento de microtendencias impulsadas por TikTok a menudo ha hecho que la belleza parezca un juego de asociación libre o una caótica lista de la compra. Hasta las pecas falsas se convirtieron en un éxito viral cuando se aplicaron con un florete de brócoli (en serio…).Y el brócoli también es cosa de chicos, como demuestra el corte de pelo digno de memes de ese nombre (largo arriba, recortado o difuminado por los lados). Todos los géneros se inspiraron en “Euphoria”, la serie de HBO que traspasó fronteras y cuyos pasillos escolares se llenaron de gemas para los ojos, brillantes iridiscentes y otros looks extravagantes.
Un aro para el ombligo en Nueva York, el 8 de julio de 2024. (Elizabeth Renstrom/The New York Times)
Una botella de colonia Tinkerbell en Nueva York, el 8 de julio de 2024. (Elizabeth Renstrom/The New York Times)