lunes, noviembre 6

Su rol esencial para el planeta. Los pumas son buenos para la salud humana. Los predadores como protectores de la salud humana o por qué es bueno tener un jaguar en el fondo de la casa.

Las noticias sobre encuentros entre predadores y humanos se viralizan y nos recuerdan a los pensamientos que teníamos como humanos en la edad media, en donde los predadores eran dañinos, alimañas y animales peligrosos, pero ¿Sabías que los predadores nos protegen de enfermedades como el Covid-19? Al menos esto es lo que muestra la evidencia de muchos trabajos científicos, sobre todo en lo referido a enfermedades zoonóticas. Estas enfermedades son aquellas causadas por patógenos transmitidos a las personas desde animales silvestres (reservorios), y generan enormes costos en la salud humana en todo el mundo. Estos costos son tanto en vidas humanas como económicos.

En este contexto, predadores tope (yaguaretés, pumas, yacarés, águilas y lechuzas, para nombrar unos pocos), protegen la salud humana al reducir el tamaño de la población de reservorios de enfermedades humanas. Esta función recién está investigándose y forma parte de los denominados “servicios ecosistémicos”.

Entonces, ¿Cómo funciona esta protección del lobo a Caperucita? Para empezar, existe evidencia de que las enfermedades, mejor dicho, su prevalencia y consecuente riesgo de transmisión, se encontrarían directamente relacionadas con la densidad de reservorios. La eliminación de los predadores tope afecta directamente en la dinámica poblacional y la densidad de reservorios per se, y por lo tanto, en el riesgo de contraer enfermedades.

Este efecto en ecología se denomina Top-Down (literalmente “de arriba hacia abajo”), y se refiere a la influencia que tienen los depredadores en la regulación de las poblaciones de presas (muchas reservorios de enfermedades) en un ecosistema. Este efecto se produce cuando la presencia o actividad de los depredadores reduce la abundancia o el comportamiento de las presas, lo que a su vez puede tener efectos en cascada en otros niveles del ecosistema, incluso en la composición de la vegetación y ciclos de la energía y materia. El efecto top-down directamente cambia la estructura de los ecosistemas (o sea todas las especies que lo componen) y por lo tanto su función.

Esto significa que si eliminamos piezas (especies) de un ecosistema, sobretodo piezas claves como los predadores, este comienza a funcionar mal y por lo tanto es incapaz de proveer servicios esenciales para la supervivencia y bienestar de las sociedades humanas. En un ejemplo práctico, un automóvil puede llevarnos de un lugar a otro sin una luz, o sin la tapa del baúl, pero no sin el motor. Las especies clave como los predadores son el motor de los ecosistemas.

Volviendo a su rol como protectores de la salud, sabemos que en el NOA existen muchas enfermedades zoonóticas, conocemos muy bien los brotes de hanta, Chagas y dengue a los que se suman nuevas enfermedades como la fiebre del Nilo, o la gripe aviar. También sabemos que los predadores son sistemáticamente hostigados y cazados, a lo que sumamos que los ecosistemas son destruidos, fragmentados y deteriorados. En este escenario es fácil entender por qué nos encontramos en una crisis sanitaria casi permanente. Los sistemas vivos, entre los que nos encontramos los humanos, no responden a una sola causa, son multicausales. Es por eso que la incorporación de profesionales de la biología (ecólogos, zoólogos, botánicos, etc.) es esencial para entender primero y desarrollar después políticas públicas adecuadas e integrales. La inversión en ciencias biológicas nos permite una mejor comprensión de la ecología básicas, de la importancia de la conservación de la biodiversidad, para finalmente aplicarlas a la implementación de políticas ambientales como las de salud.

Entendiendo esto comenzaremos a ver con otros ojos a los predadores, entenderemos la importancia de leyes para su protección, y aumentará nuestra curiosidad sobre cuáles son los más importantes en nuestro entorno. Dejemos de pensar en ellos en términos humanos, un animal no es bueno o malo, simplemente cumple un rol esencial en el funcionamiento del planeta. El gran arquitecto, la evolución, tuvo millones de años para tejer la gran red funcional que hizo y hace que nuestro planeta funcione.

*Doctor en Ciencias Biológicas, ecólogo, investigador y docente de Biología de la Conservación, Facultad de Ciencias Naturales, Universidad Nacional de Salta.