Esta actividad implica inversiones para los países donde se realiza, contribuye a una formación de primer nivel para los trabajadores de la salud, brinda empleo de calidad para miles de profesionales y la posibilidad para los pacientes de acceder a potenciales alternativas terapéuticas
El 20 de mayo se conmemoró el Día Mundial de la Investigación Clínica (IC), una oportunidad para visibilizar el impacto transformador que tiene esta actividad, tanto en términos de salud como económicos.
Los ensayos clínicos se diseñan con el objetivo de entender una enfermedad o condición de salud para así desarrollar innovación farmacéutica y médica: la investigación, que se realiza con participantes voluntarios, permite comprobar, en sus distintas fases, la seguridad y eficacia de potenciales medicamentos, vacunas y dispositivos médicos destinados a diagnosticar, prevenir, tratar o curar. Hablamos de alternativas que pueden ayudar a aumentar la calidad y expectativa de vida de las personas que, en ocasiones, padecen patologías para las cuales no hay muchas opciones disponibles.
La Dra. Agustina Elizalde (MN: 109.558), Directora de Asuntos Médicos para Pfizer Región Argentina, destaca que: “La innovación farmacéutica ha permitido importantes avances para la humanidad: el siglo pasado permitió erradicar la viruela y la polio; en los últimos años ha logrado que determinados tipos cáncer o el VIH se conviertan en enfermedades crónicas que pueden tratarse; y, por supuesto, podemos nombrar el ejemplo del COVID-19 y el impacto de las vacunas para hacer frente a la reciente pandemia”.
La mejora relativa de la esperanza de vida atribuible al sector farmacéutico es significativa: los medicamentos y las vacunas innovadoras serían responsables del 73% de la mejora en la esperanza de vida entre los años 2000 y 2009 en los países occidentales.[8] En este contexto, Pfizer es el principal patrocinador de estudios clínicos del mundo, con inversiones anuales que superan los 11 mil millones de dólares a nivel global y un pipeline que hoy cuenta con más de 110 moléculas en diferentes etapas del proceso de investigación.
Impacto Económico
La Investigación Clínica es un aporte para las economías ya que genera inversión local. Gran parte de los recursos con los que se solventan los estudios clínicos provienen directamente de las casas matrices de las compañías involucradas, lo que se traduce en un ingreso de divisas, producto de la exportación de servicios. “Para Pfizer, Argentina está hoy en el top 3 de países que más inversión recibe por parte de la compañía para la implementación de estudios clínicos” explica la Dra. Elizalde.
“La Investigación clínica también ayuda a reducir otros gastos asociados: la incorporación de nuevos medicamentos y vacunas al sistema de salud contribuye a disminuir la utilización de otros recursos sanitarios como hospitalizaciones, visitas médicas y/o medicamentos concomitantes, lo que puede conducir a ahorros financieros en salud. Además, impulsa una mayor productividad laboral de la población, al no enfermarse o controlar su condición, y esto también contribuye a reducir gastos por ausentismo laboral, pensiones por incapacidad, etc. Por otro lado, durante la conducción del estudio, los pacientes tienen un seguimiento por protocolo donde reciben atención médica de excelencia sin cargo para el sistema de salud. ”, reflexiona la Dra. Agustina Elizalde.
Asimismo, realizar actividades de investigación clínica capacita en estándares internacionales a profesionales de la salud locales, contribuye a generar empleo de calidad y promueve una mejor infraestructura de trabajo.
El rol de Argentina
En los últimos años – especialmente con el avance de las nuevas tecnologías y la experiencia que dejó la pandemia del COVID-19 – Argentina ha realizado avances importantes en materia de I+D. Hoy, el país cuenta con procesos regulatorios y tiempos más ágiles para la aprobación e implementación de protocolos, lo que le ha dado mayor competitividad para atraer investigación y brindar servicios hacia afuera.
“Nuestro país cuenta con excelente capacidad técnica y profesional, algo que Pfizer reconoce y por eso trabajamos con diferentes centros locales que colaboran en investigaciones que la compañía lidera a nivel global” explica la Dra. Elizalde y agrega: “En el último año invertimos cerca de 60 millones de dólares y hoy tenemos +25 proyectos en curso en áreas como oncología, vacunas, enfermedades inflamatorias y hematología”.
Actualmente, los laboratorios de innovación representan el 44% de la inversión total en I+D de todo el sector empresario de Argentina, por encima de otras industrias como petróleo, automotriz e, incluso, software.
Un caso que la Dra. Elizalde destaca es la participación de Argentina en el estudio clínico de la nueva vacuna para Virus Sincicial Respiratorio: “Fuimos parte de este proyecto a la par de otros países como Estados Unidos, Canadá, Finlandia, Japón, Países Bajos y Sudáfrica. Nosotros aportamos más del 12% de los datos, posicionándonos como uno de los líderes a nivel global. Esto es sólo un vestigio de lo mucho que podemos seguir construyendo”.
Desmitificar la IC
Existen muchas teorías conspirativas sobre la Investigación Clínica que van en detrimento de su práctica. “Es importante destacar que hablamos de una de las actividades más reguladas de toda la economía, con procesos específicos para garantizar su correcta implementación, buscando generar evidencia científica fehaciente y de calidad” describe Elizalde.
Desde ya, la pandemia de COVID-19 ha representado un antes y un después en la concientización acerca de la importancia de la investigación clínica: hay mayor entendimiento del impacto que puede tener en la vida de las personas y la relevancia de la evidencia científica. Una encuesta realizada por la consultora Voices sobre las percepciones alrededor de esta práctica, que incluyó a 850 argentinos, arrojó que: 7 de cada 10 participarían en investigaciones de este tipo.
La Dra. Elizalde concluyó que “nuestro propósito de innovar para cambiar la vida de los pacientes nos guía hace más de 175 años a nivel global, un tiempo que nos ha llenado de aprendizajes pero que nos desafía a seguir creando más y mejores alternativas terapéuticas y de prevención. La investigación clínica es una luz de esperanza para las personas con necesidades de salud insatisfechas, con condiciones que hoy les imposibilitan realizar sus actividades, compartir con sus seres queridos o proyectar a futuro. Hablamos de promover el bienestar de la población en todos sus aspectos. Por eso, invertir en esta actividad es para nosotros un orgullo y una responsabilidad.”