Si estás más activo por la tarde y no tienes prisa por irte a la cama tenemos una buena noticia para ti: un estudio revela que los ‘búhos’ o noctámbulos tienden a tener puntuaciones cognitivas más altas que las personas madrugadoras o ‘alondras’.
Un estudio que ha analizado el efecto del sueño en el rendimiento cerebral ha encontrado una relación entre la preferencia de una persona por la actividad matutina o vespertina y su función cerebral, sugiriendo que los que se consideran ‘búhos’ o noctámbulos son más propensos a tener puntuaciones cognitivas más elevadas que los que prefieren acostarse temprano y madrugar (lo que se conoce como ‘alondra matutina’).
Los resultados del estudio se han publicado en BMJ Public Health y han mostrado que dormir entre siete y nueve horas por noche era óptimo para la función cerebral, ya que estimulaba funciones cognitivas como la memoria, el razonamiento y la velocidad de procesamiento de la información. Por el contrario, dormir menos de siete horas o más de nueve horas tenía un efecto claramente perjudicial sobre la función cerebral. Además, el cronotipo de una persona (su preferencia por la actividad nocturna o matutina) también influyó en las puntuaciones de las pruebas
Los cronotipos pueden afectar a la función cognitiva
Los búhos, o adultos que son naturalmente más activos por la noche, obtuvieron mejores resultados en las pruebas en comparación con aquellos que estaban orientados a la mañana. Las alondras mostraron consistentemente puntuaciones cognitivas más bajas en ambos grupos analizados, con puntuaciones que mejoraron para los tipos “intermedios” (aquellos que expresaron una leve preferencia por el día o la noche) y alcanzaron niveles más altos para los tipos nocturnos.
Los tipos nocturnos o búhos obtuvieron una puntuación aproximadamente un 13,5 % más alta que los tipos matutinos en un grupo y un 7,5 % más que los tipos matutinos en otro grupo. Los que dormían a nivel intermedio (una combinación de ambos) también obtuvieron mejores resultados, con puntuaciones entre un 10,6% y un 6,3% más altas que las de los que dormían por la mañana en los dos grupos. Estas diferencias fueron relevantes, lo que significa que es muy poco probable que se deban al azar.
El análisis se ajustó teniendo en cuenta otros factores de salud y estilo de vida, como la edad, el sexo, el consumo de tabaco y alcohol y la presencia de enfermedades crónicas como diabetes o patologías cardíacas. Las personas más jóvenes y aquellas sin enfermedades crónicas generalmente obtuvieron puntuaciones más altas en las pruebas cognitivas, mientras que las opciones de estilo de vida más saludables generalmente se asociaron con un mejor rendimiento cognitivo.
“Nuestro estudio encontró que los adultos que son naturalmente más activos por la noche (lo que llamamos ‘vespertino’) tendían a obtener mejores resultados en las pruebas cognitivas que aquellos que son ‘personas mañaneras’. En lugar de ser simplemente preferencias personales, estos cronotipos podrían afectar nuestra función cognitiva”, ha declarado la autora principal del estudio, la Dra. Raha West, del Departamento de Cirugía y Cancer del Imperial College de Londres.
La Dra. West explicó que “es importante tener en cuenta que esto no significa que todas las personas matutinas tengan un peor rendimiento cognitivo y que los hallazgos reflejan una tendencia general que podría inclinarse hacia una mejor cognición en las personas nocturnas”. Según la experta, aunque “es posible cambiar tus hábitos naturales de sueño ajustando gradualmente tu hora de acostarte, aumentando la exposición a la luz nocturna y manteniendo un horario de sueño constante, cambiar completamente de ser una persona matutina a una vespertina es complejo”. Y destaca que “si bien es esencial comprender y trabajar con tus tendencias naturales de sueño, es igualmente importante recordar que dormir lo necesario, ni poco, ni demasiado, es crucial para mantener el cerebro sano y funcionando de la mejor manera”.
Los investigadores también descubrieron que, si bien la duración del sueño era vital, las personas que refirieron padecer insomnio no obtuvieron puntuaciones significativamente más bajas en el rendimiento cognitivo en sus cohortes, lo que puede indicar que es necesario considerar los aspectos específicos del insomnio, como su gravedad y la duración en el tiempo.
“Hemos descubierto que la duración del sueño tiene un efecto directo sobre la función cerebral y creemos que gestionar proactivamente los patrones de sueño es realmente importante para mejorar y salvaguardar la forma en que funciona nuestro cerebro. Idealmente, nos gustaría ver intervenciones políticas para ayudar a mejorar los patrones de sueño en la población general”, concluye el codirector del estudio, el profesor Daqing Ma, también del Departamento de Cirugía y Cáncer de Imperial.