Una de las plantas más comunes en el mundo tiene una larga lista de propiedades medicinales que pocos conocen
El clavel, también conocido como Dianthus caryophyllus por su nombre científico, es una planta perteneciente a la especie Dianthus que es nativa de la región mediterránea y que hoy en día es muy popular por su uso ornamental, su agradable aroma y sus llamativos colores.
Mencionados en la literatura griega desde hace 2000 años, su nombre proviene del griego “dios” (divino) y “anthos” (flor), mientras que “clavel” se derivaría del latín corona-ae (corona) o “caro” (carne), en alusión a la iconografía cristiana en la que se dice que esta flor encuentra su origen en las lágrimas de la Virgen María cuando Jesucristo era llevado al monte Gólgota cargando la cruz.
De acuerdo con el Atlas de las Plantas de la Medicina Tradicional Mexicana, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), esta hierba dura más de un año y puede llegar a medir hasta 75 centímetros de altura.
Las hojas se caracterizan por ser estrechas y alargadas, de hasta 15 centímetros, de color verde azuloso; por su parte los frutos son una cápsulas que contienen numerosas semillas.
Las flores pueden ser de varios colores siendo el blanco, rosa y el rojo los más comunes y se pueden producir solas o en grupos de cinco en la cima. Miden alrededor de cinco centímetros de diámetro en promedio y se han desarrollado cultivos de otros colores como el amarillo, el azul y verde.
El clavel puede encontrarse en una gran cantidad de países alrededor del mundo, siendo una flor muy común en Estados Unidos, Chile, Sudáfrica, Australia, Colombia, México y Kenia, soportando temperaturas bajas sin helarse. En España es la flor nacional.
Entre otros de sus usos medicinales está que la infusión de la flor ayuda en caso de un ataque de nervios o ansiedad, al tiempo que se dice que también son capaces de regular los desequilibrios hormonales.
Durante el síndrome premenstrual el clavel es capaz de actuar como un antiinflamatorio, lo que ayuda a reducir la hinchazón en las mujeres cuando tienen o están por tener su periodo. Esta misma cualidad puede ser aprovechada por las mujeres embarazadas cuando sufren hinchazón en los pies, por lo que pueden remojarlos en agua caliente con las flores.
Quienes sufren de alergia pueden usar la flor para reducir o calmar algún tipo de erupción cutánea. De igual forma se puede usar para ayudar a la cicatrización y la regeneración.
Otro de los grandes beneficios del clavel es su poder para aliviar los padecimientos de la vista y los ojos cansados. Para hacerlo basta con hervir 40 gramos de pétalos de esta flor por cada litro de agua, luego se hierve y se cuele.
Para tratar dolores de cabeza e insomnio basta con tener 100 gramos de la flor en un litro de vino rojo, después se deja reposar en un espacio oscuro y frío por alrededor de un mes, luego de debe ingerir entre 30 y 50 mililitros.
El aceite de clavel, mezclado con cualquier otro aceite medicinal, es útil para las dolencias del cuerpo; se aplica de forma directa en las partes afectadas para aliviar las molestias y se recomienda hacerlo por las noches.
El clavel también es un buen aliado al momento de controlar las náuseas y el vómito. Para este remedio bastará con moler la planta y agregar una cucharada de miel.
En el uso cosmético, la flor hervida del clavel se puede emplear en baños para limpiar el rostro y el cuerpo, al tiempo que ayudará a tenerla fresca, sana y con un agradable aroma.
¿Cómo cultivar claveles?
Para que los claveles puedan crecer en los jardínes de la casa es necesario encontrar un entorno en donde la temperatura ronde los 10 y 24 grados centígrados, al tiempo que será buena idea encontrarle un lugar en donde le dé la luz directa del sol pero no en las horas donde los rayos del sol son más fuertes.
El clavel es una planta que no requerirá de muchos cuidados, por lo que es una excelente candidata para aquellos que apenas empiezan a tomar el justo por la jardinería o el cuidado de plantas.
Sobre el riego, bastará con hacerlo de forma constante pero al grado de encharcarla. Un buen truco para saber si la planta necesita ser regada es tocar la tierra o bien observar si las hojas comienzan a verse marchitas.